martes, 31 de enero de 2012

Las crónicas de Anacleta.




En 1967 en el instituto de Portweek, había una niña la cual estaba siempre sola, marginada y deprimida.
No tenía amigo por su pestilente olor a mierda se llamaba Anacleta, ella se sentía muy sola pero se negaba a lavarse el potorro porque decía que pasaba frío y se arropaba con los pelos del sobaco.
Los compañeros del instituto los cuales no la tocaban ni con el palo de la fregona ya que tenían miedo de que se oxidase.
Era huérfana ya que sus padres la abandonaron a los 7 meses en la gasolinera de Forks y fue criada por unos jabalís verrugosos.
A los 13 años su cuerpo empezó a tener sus primeros cambios, pelo masivo por todo el cuerpo incluso en la planta de los pies, sus huesos empezaron a deformarse creando joroba, otro tercer brazo y piernas arqueadas hacia dentro.
Y el último defecto físico era al llegar el atardecer se convertía en una especie la cual se desconoce por completo, solo tenemos una prueba de este caso:


Su característica más destacada era el sonido que hacia con sus cuerdas vocales, tenemos pruebas de ello en el proceso de su transformación.